Cuàntas vidas, hombre Oh dios, me dejas sin palabras. (rg)
La vida en un hilo y no se cortò. Por alguna razòn en dìas pasado habìa presentado mis dos àngeles. Hay premoniciones que vienen galopando en alas nuevas. Ayer, pasada las siete de la noche, venìa caminado luego de comer en un restaurante vegetariano, pròximo a la oficina. Es una calle principal de la ciudad, muy oscura, donde las aceras llegan a ser virtuales por la cantidad de carros encaramados sobre ellas. La oscuridad es lo màs sobresaliente del lugar. Venìa a paso normal, en zapatillas, aferrado al cemento, àgil, producto de las caminatas diarias y todo se veìa normal, retornando al Sòtano para terminar unos trabajos. Fue todo muy ràpido. De pronto alguien me ataca por la espalda, y me dice es un asalto. Logro zafarme instantàneamente y caigo a la calle, mi cabeza da contra un automòvil blanco en movimiento y caigo sobre el cemento al medio de la calle. Es una arteria importante de la ciudad, donde circulan a toda hora miles de carros. Es impresionante verlos, porque a veces no se puede salir de la oficina por un largo tiempo, debido a los espectaculares tranques de vehìculos cuatro por cuatro. Es màs asombroso el instante en que tu cuerpo està a la deriva en medio de los automòviles y aùn desconoces como llegaste ahì. Me levantè como un resorte y caminè algo confundido con el golpe. Al llegar al resto de acera oscuro, alguien me abrazò ty medio lo reconocì, seguìa un poco despistado con los lentes rotos en la mano y medianamente confundido, pero muy sereno, como si la calma me hubiese llegado de pronto a decirme ya pasò, no es tu hora tienes mucho màs por hacer.
El posible agresor me hablò, era una broma dijo. Lo mirè y reconocì. Se trata de un arquitecto que trabajò en nuestras oficinas y me ha demostrado que carga una sola neurona en un vaso de agua. Le dije que me acomnpañara al Sòtano para que allì se enteraran, porque conozco donde habito y no suelen darle importancia a las cosas de esta naturaleza y tamaño. Efectivamente nadie se dio por aludido porque me vieron caminando con la frente colorada del golpe y hablando coherentemente. Llamè a otra persona que trabaja allì para dejar constancia. Él vive a tres cuadras del lugar. Me responde, no puedo hacer nada. Es solo para informarle, le digo y corto. Lo interesante es que salì en la noche manejando guiado por un carro. Soy miope, las luces en la noche se multiplican, agrandan, expanden como manchas de sombras luminosas. Y todo es màs negro que lo que uno pudiera ver detràs del vidrio de los lentes. Pero lleguè, no era el dìa. Hay cientos de muertos en el mundo por este y otros tipos de bromas, que podrìan haberse evitado.
Uno asì de pronto en la vida vuelve a nacer. Debo ir por unos nuevos lentes y enfrentar la ciudad de dìa con mi miopìa, que me ayuda a ver mejor a los seres humanos. Este post, dedicado a una nueva vida, que me celebra a mi mismo, como dirìa el viejo Walt Whitman, es el nùmero 1999. A un clic del 2000, todo un tiempo, una època, un diàlogo con usted amigo lector internauta, la musa, en poesìa, siempre. Ya hablaremos de eso.
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