Yo
soy la dama que te escucha,
A
la que la enciendes el alma,
Cuando
tus poemas hablan,
Acarician
mi piel de fragancias,
Iluminando
la noche de estrellas,
Y
mi cuarto resplandece como el alba.
Por
tu voz me mantengo despierta.
Yo
soy las letras borradas,
Que
vergonzosas se ocultan,
Más
cuantas cosas diría en ellas,
Todas
las que me inspiran tus palabras,
Que
eres mi sol de la mañana,
El
agua que al despertar resbala mi cara,
Energía
en mis horas bajas,
Cuando
al pensarte la alegría me estalla,
Por
esa música sutilmente dedicada,
Se
convierte en rumba y castañuela,
Mezcla
de tango en la Quebrada,
Porque
las dos entran en mi entraña.
Mi
cuerpo dispuesto a la danza,
En
serpenteantes cabriolas se entrega,
Al
baile sensual sin que me veas,
Imaginando
que aprietas mi cintura,
Como
tu voz que me cautiva y apresa,
Y
las horas no pasan se quedan quietas,
Morfeo
me espera muerto de envida,
Porque
dejé la cama desierta,
Por
escuchar palabras hermosas,
En
un hijo de Argentina que declama,
Todo
un mundo de versos y promesas.
A
través de la ventana rayos de sol entran,
Donde
el adiós llega con tristeza,
Quisiera
estirar las ondas y no apagarlas,
Por
el que la española perdió su cabeza.
En
el día de la semana que espera,
Volverá
a latir mi corazón a la vida,
Mi
España la vestiré de fiesta,
Siéndome
feliz con su voz y poemas.
Compañeros
de letras y fantasías,
Dioses
de quimeras regaladas,
Donde
una voz magistral da vida a sus letras.