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martes, 19 de agosto de 2014

Ana Lucía Montoya Rendón - Colombia


AMARILLISTA DORMIDO
Recuérdenme dónde diablos está la otra orilla y en qué esquina de la plaza está el farol que ya he mentado. Quiero ir a colgar en él mi mochila vencida porque el perchero de mi casa se ha quedado manco, —dijo la sombra mientras paseaba por la estancia—. ¡Refresquen mi memoria! Repetía, sin dejar de caminar, amasando entre sus manos trozos de periódicos amarillentos.
Se apagó su voz y su aliento. ¡Ha muerto!— Repetían mientras él los escuchaba desde lo más profundo de un dulce sopor. Veía feliz que ahora sí se disolvían sus entintados tormentos.
¿Recuerdan cómo caían al tiesto los picadillos de los viejos periódicos y cómo, desde el goteo de tinta, se deslizaban los personajes de las noticias amarillistas? —Señor, mire, en esa gota se confunden los niños abusados y las madres muriendo de pena por sus hijos hambrientos y, en esa otra gota, chilinguean los xenófobas, pedófilos y los nada. Hay gotas de tinta con el color y la densidad del odio y con el tono de las facciones, hay gotas de tinta trémula sobre la piel de las mujeres marcadas con señales de bisturí; otras gotas están horadando el corazón de los corruptos... hay gotas tristes queriendo romper esa tendencia de ir de la zurda a la diestra. Aquella otra gota se debate entre húmedos puntos y comas, y allá, un poco más lejos, se mezclaron de manera morbosa, los puntos suspensivos sin saber qué hacer ante esas gotas igualitas al llanto de los desvalidos.
¿Ve, señor, el porqué de mi insistencia en observar cómo duermen esas gotas de tinta? Digo mejor, duermen en los textos del periódico el sueño de los muertos. Ya nada los revivirá.
Capítulo cerrado.


1 comentario:

  1. .

    Carlos, muchas gracias!!

    Siempre es un gran honor encontrar en tu prestigioso blog algunos de mis textos.

    Fuerte abrazo,

    Ana Lucía

    .

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