Apuestas,
para los caballos
El Viejo era fanático de los burros. Pero llegó
el
día en el que su experiencia comenzó a darle más de las
ganancias que todo
apostador busca adquirir. Pero, cansado del éxito,
decidió ir a varias escuelas
para hablar con las directoras y
ofrecerles un trato que no dejarían pasar. Al
finalizar el año,
éstas, presentaron los promedios de sus estudiantes de bajo
rendimiento, y en grata sorpresa, se produjo un triple empate. El
premio fue
dividido, y la suerte volvió a quedar al margen. El Viejo
dijo finalmente al
público: al burro hay que saber hacerlo correr.
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