OTRA COPA.
Mozo, sírvame otra copa.
Hoy quiero brindar sin alegría. Sola, sentada en este bar.
Afloran los recuerdos y una lágrima de escarcha hace acrobacia desde el techo.
Hace frío y este mismo frío es el que otrora me calara los huesos acompasando despedidas.
Otra copa. Esta copa que no es de cristal y me entristece cuando mis manos solitarias la
acarician con ausencia de otras manos como ayer.
Equivale a una caricia, a un susurro, a una noche despertando mil pasiones.
Siento la mirada del cantinero y me sonrojo. Él conoce a la gente que ahoga su dolor
en una copa y quizás me pregunte por que escarbo en mis recuerdos tu partida. Quizás yo
le responda que no sé.
Quizás cansada de jugar al “me quiere no me quiere” se me esfumaron los deseos de tener
un amor sin compromiso.
Miro por la ventana y los pasos de la gente se aceleran bruscamente y al descuido, las
baldosas salpican de agua los zapatos.
Indefensa, desprotegida, intento olvidarte como sos. Es la única forma de amigarme con las
flores que deshojo a la mañana. La única.
¿Otra copa? No. Un café
Un café caliente con aroma a recién molido, con aire oriental.
Corren los recuerdos por mi mente. Esta capacidad de optar en pensar lo que se quiere, me
vuelve adicta a la esperanza.
Escribo y intentando traspasar tu piel con mis poemas.
Tan obvia es la sencillez de mi escritura, que se nota que cuando hablo de amor, te
nombre sin nombrarte
Todos tenemos miserias que contar...Todos
Pago la deuda y el mozo mira la propina con una señal de agradecimiento, con olor a pan
para sus hijos
Caminé y mis pasos se declaran amigos de mis conclusiones, de la copa de vino y del café.
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